Orígenes e historia del Besamanos o Besapiés.
La tradición de besar los pies o las manos en señal de “gran respeto” o “profunda reverencia” es extremadamente antigua.
Su origen podría estar en Oriente donde la costumbre de venerar al Emperador era muy común. Los griegos traen esta tradición que se va consolidando en el Imperio Romano como forma habitual de veneración. Se arrodillaban ante el Emperador y besaban el filo de su manto así como su pie. Esta costumbre se mantuvo hasta la caída de Bizancio en 1453.
Pues bien, esta costumbre “imperial” fue introducida por el Papa Constantino I en el ceremonial pontificio en el año 709, como acto solemne pero además como saludo protocolario en cualquier audiencia o encuentro con el Soberano Pontífice . El Papa Juan XXIII abolió esta costumbre en los años cincuenta del S.XX.
La costumbre se extendió entre la Realeza en distintos actos de la Corte e incluso aún es realizada por algunas monarquías , aunque no se besan las manos del Monarca propiamente sino que es a la Reina a la que de un modo figurado se realiza.
A principio del S.XX hubo una corriente grande en la Iglesia sobre la cuestión de la Realeza de Cristo y de su Madre, la Virgen. Así el Papa Pío XI instituyó la Solemnidad de Cristo Rey el 11 de diciembre de 1925 a través de la Carta Encíclica “Quas Primas”.
Así empezaron a popularizarse los besamanos y besapiés a imágenes de devoción.
El Papa Pio XII instituye la fiesta de la Realeza de María, el día 1 de noviembre de 1954 en la Carta Encíclica “Ad Caeli Reginam”.
Por lo tanto, no estamos ante un acto litúrgico pues no proviene de ritos religiosos sino de la iniciativa de los fieles que como acto de piedad y profunda reverencia adoran las imágenes Sagradas de Dios o su Santísima Madre, la Virgen María.
Por tanto, el único motivo de esta Junta Directiva con la introducción de este novedoso acto es posibilitar, a todos los hermanos y devotos de la Hermandad de Nuestra Señora de la Natividad y a los vecinos de Guadamur, el acercamiento físico y espiritual a la Virgen para que al verla en esa cercanía puedan abrir su corazón a Ella buscando consuelo, amor y protección.
Queríamos situar en el centro del acto a la Virgen y al fiel devoto en un acto íntimo y personal donde pueda expresar sus sentimientos, su fe, su cariño y devoción, su adoración y respeto. Pocas veces un fiel puede sentirse tan cerca de la Imagen de su Madre del Cielo.
Es evidente que nuestra imagen tienen un carácter muy especial al ser un icono. Por ello, deberemos tener el máximo cuidado para que este acto no suponga un deterioro o ensuciamiento del cuadro por lo que se tomarán las medidas oportunas.
Queridos hermanos de la Hermandad de Ntra. Sra. de la Natividad acercaos con amor profundo a este encuentro tan hermoso y personal que vais a tener con vuestra Virgen.
¡Viva la devoción a la Santísima Virgen de la Natividad!